SIÉNTATE



Muchos de nuestros casos comienzan por una llamada telefónica de alguien que busca ayuda para solucionar sus problemas de convivencia con un perro. Hace unos meses se puso en contacto con nosotros una persona que buscaba un adiestrador; su voz sonaba agradable hasta que nos dijo qué necesitaba, momento en el que su tono se volvió duro y exigente:

“Quiero que mi perro se siente ante la palabra ¡siéntate!. Ni sienta, ni sit, ni nada por el estilo”

Según nuestra experiencia, las personas buscan que un perro haga una conducta determinada para un fin concreto y, por lo tanto, necesitábamos saber qué sucedía con este perro para necesitar con tanta fuerza que se sentará. Al principio le sorprendió la pregunta, esquivando una respuesta concreta así que decidimos enfocarlo de otro modo.
    • ¿Qué edad tiene su perro? 
      • “7 meses (adolescente)”  
    • ¿Cuantas veces sale al día? 
      • “Pues… solo sale un rato una vez a la semana”
    • ¿El resto del tiempo que hace el perro? 
      • “Está en una finca atado con una cadena 8 horas al día”
    • ¿Y cuando sale dónde van?
      • “Pues a una terraza a tomar algo”

Los perros no necesitan obediencia para ser educados; sentarse, tumbarse o las permanencias se muestran como herramientas que camuflan algo tan simple como ser un perro que no le han enseñado a vivir calmado y afrontar experiencias cotidianas de un modo relajado. No existe una sola situación cotidiana que necesite ser resuelta haciendo uso de la obediencia, quizás un poco de autocontrol propio del perro pero con una interacción mínima de su guía: saludar a perros, a personas, cruzar una calle… pero eso no es obediencia.

Alguien se puede preguntar porqué tal afirmación, pero es sencillo con un ejercicio de empatía. Este tipo de ejercicios no son una manera de “humanizar” al perro, son un buen método para ver como la emoción que está detrás de un problema puede ser fundamental para alcanzar el éxito en una intervención. Supongamos dos posibles causas, miedo o excitación desmesurada, aunque puede haber otras muchas causas.

Si una persona tiene miedo, por ejemplo, a las avispas, es muy difícil que permanezca sentado en una habitación cuando entra una avispa en escena. Habrá dos opciones, salir de la habitación (comportamiento de huida) o ir a matarla (comportamiento agresivo). Si alguien nos obliga a estar sentados hasta que él decida ¿no aumentará ese miedo y tendremos como consecuencia un comportamiento más “agitado”?

Si por el contrario, tenemos una persona que se le presenta un estímulo muy agradable, muy deseado, como la primera vez que un niño acude a un parque de atracciones y se le obliga a sentarse delante de las puertas de acceso a ese recinto, hasta que se calme, y la persona decida liberarlo, ¿no se generará una conducta más nerviosa cuando se le de permiso para ir a “explorar” eso que tanto deseaba? Perderemos en control total del niño.

Por lo tanto, en lugar de preocuparse de que el perro permanezca sentado hasta que considere oportuno, se plantea una situación en la que presentar los estímulos de manera más calmada o solucionar el problema de miedo que hubiese o cualquier otra causa que está detrás de esa agitación que ve la persona y que le resulta extraordinariamente molesta, será mucho más eficaz y podrán disfrutar de un paseo juntos en que las dos partes que participan, persona y perro, puedan volver a casa con una sensación agradable.

Nos vemos en el siguiente artículo.


Jonathan Andrés Arredondo,
Educador canino en “ECHALE UNA PATA”. León

"El adiestramiento en positivo, no solo es premiar, es respetar"



DEPORTES CANINOS



Practicar deporte con un perro, sin duda, puede tener grandes beneficios tanto para el propio perro como para la mejora del vínculo entre ambas partes del binomio. Teniendo en cuenta que los perros son animales de trabajo, ya que la selección y evolución genética impuesta por el ser humano crearon las diferentes razas para especializarlos en una tarea concreta, puede ser un buen momento para satisfacer sus necesidades de autorrealización y de cooperación, siempre que sea un momento agradable para el perro y no sólo para el guía.

El problema aparece cuando el deporte deja de ser un momento entretenido para ambos y comienza a ser divertido solo para una de las  partes y, por desgracia, casi siempre deja de serlo para el perro. Si la práctica de deporte es un momento de disfrute, no cabe lugar a ningún tipo de castigo positivo: tirones de correa, correcciones verbales, uso de sistemas aversivos… ni tampoco cabe que haya una exigencia continua para el perro. Usando la empatía, a nadie nos gustaría que, por ejemplo, mientras jugamos con amigos en parejas, se nos corrija o se nos grite o se nos presione para “no fallar” o se nos dé una colleja , porque seguramente dejaremos de jugar con esa persona porque ya no es divertido.

¿Y qué hay del perro?¿Cuánta gente que practica deporte, se pregunta si realmente a su perro le gusta practicar ese deporte? Siempre he tenido una teoría sobre este punto: si para motivar al perro debemos de usar continuamente reforzadores externos y no aparece la motivación intrínseca, puede ser que no le guste la actividad o que necesite otro tipo de actividades más esenciales que satisfagan sus necesidades sociales, exploratorias… He visto perros que se aburren haciendo un deporte y sus guías se muestran ciegos ante el perro, porque ellos quieren hacer ese deporte y el perro debe de seguirles en sus gustos. 


¿Y cuándo el deporte se plantea como una solución a un problema de conducta? El deporte puede satisfacer necesidades en un perro, pero rara vez serán la clave para solucionar problemas en los perros como hiperactividad, comportamientos agresivos, conductas destructivas… El deporte canino puede generar endorfinas pero también produce otros neurotransmisores que aumentan la intensidad y duración de los problemas de comportamiento. La mayoría de estos problemas de comportamiento no tienen su origen en la ausencia de deporte sino en el desarrollo de su convivencia y, cuando además existen este tipo de problemas, las capacidades cognitivas del perro para aprender ese deporte, disminuyen por el aumento de la carga de estrés fisiológico no gestionable (Ley de Yerkes-Dodson).

También tenemos ciertos deportes que se alejan extraordinariamente del bienestar físico y emocional del perro, donde se fomenta la activación de estados emocionales intensos para provocar, por ejemplo, el morder mangas, usando para ellos sistemas como collares de castigo o cualquier otro sistema aversivo. No me puedo imaginar hace 400 años a un pastor belga o un pastor alemán mordiendo mangas pero si que me lo puedo imaginar pastoreando rebaños. Hay personas que además utilizan estos deportes para intentar solucionar problemas de agresividad pero la falta de conocimiento de los mecanismos desencadenantes de esos comportamientos les hacen confundir enseñar a morder con enseñar a dejar de morder.

Nos vemos en el siguiente artículo. 


Jonathan Andrés Arredondo,
Educador canino en “ECHALE UNA PATA”. León

"El adiestramiento en positivo, no solo es premiar, es respetar"




¿QUÉ NECESITA UN PERRO?



1. DINERO: porque los perros no solo viven de intenciones. Se necesita una cantidad de dinero (inferior a los otros dos puntos por regla general) para facilitar una alimentación óptima, cubrir con el calendario de vacunas y cuidados que necesita todo perro y la capacidad de hacer frente a posibles gastos imprevistos como pueden ser urgencias o intervenciones de profesionales para educar o solucionar problemas de convivencia.
2. TIEMPO: necesitan salir y que le dediquemos un tiempo mínimo al día para interaccionar con ellos porque son animales sociales. Al menos 3 paseos al día de 15 minutos, siendo en algunos perros necesario más tiempo debido a sus necesidades específicas. Esto no quiere decir dedicar ese tiempo a hacer deporte o cansarlo, hablamos de desarrollar sus necesidades sociales, exploratorias... un tiempo que es por y para el perro, por lo que no puede ser un tiempo en el que no le demos la libertad para pasear como él quiere, pararse cuando quiera y saludar o interaccionar con quien quiera el perro. 
3. PACIENCIA: los perros no son máquinas y, por lo tanto, no vienen con un programa instalado. Debemos de tener paciencia para enseñar desde cosas básicas como hábitos higiénicos, pasear sin tirar de la correa, acudir a la llamada, relacionarse con otros (perros o personas) de manera tranquila y ordenada... y no esperemos que en unos pocos días aprendan todo ello. ¿Acaso no se le dedica al ser humano varias semanas o meses a aprender algo tan sencillo como sumar, por ejemplo? De los tres puntos, la paciencia es lo que más se necesita.
Si no tienes la capacidad de cumplir estos 3 puntos, quizás, un perro no sea tu mejor compañía en este momento. Solo uno de ellos es material (dinero), los otros dos se basan en actitud.

Nos vemos en el siguiente artículo. 


Jonathan Andrés Arredondo,
Educador canino en “ECHALE UNA PATA”. León

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EL SIENTAPERROS




Hoy os traemos a estas líneas una figura que es muy habitual de ver dentro de este sector profesional, una figura que podemos encontrar en cualquiera de las metodologías que se desarrollan en el panorama nacional. En este sector existen adiestradores, educadores, técnicos en modificación de conductas y en un nivel diferente, el sientaperros.

Solo debemos de ver una de sus páginas para ver en que consiste. Esta figura desarrolla todo su trabajo a través de esta conducta distribuidora, el sentado. Para el sientaperros, un perro educado es un perro que se sienta y permanece en esa conducta independientemente de lo que pase a su alrededor, pudiendo sentar a un perro, a dos, a tres… en la escuela, delante de un monumento, en una terraza…  Si el perro tiene problemas, el sientaperros  hace que el sentado sea la llave “mágica” que hace que el problema desaparezca (o eso hacen creer a la persona que vive con el perro) ya sea mirando hacia su guía o hacia cualquier otro punto. Si el perro se trata de un cachorro, el sientaperros le muestra de manera insistente que el sentado será la clave de una vida tranquila con su familia. Cuando el sentado está consolidado, puede conseguir, debido a sus virtudes, que el perro haga exactamente lo mismo con el tumbado y que continúe el espectáculo de nuevo.

¿Qué necesita entonces un perro en lugar de estar todo el día realizando sentados? Un perro educado es aquel que sabe las normas básicas que establece la sociedad sin necesidad de ser inducido por un guía para realizarlas.. En el caso de un perro con problemas, se debe de solucionar en el origen de esos problemas y enseñarle a gestionar de manera autónoma aquello que causa el comportamiento no deseado. En el caso del cachorro, existen numerosos puntos antes de llegar a enseñar un sentado, como pueden ser desarrollar unos protocolos sociales adecuados, poder quedarse solo, la habituación a diferentes entornos y estímulos… Como muchas veces preguntamos en nuestras intervenciones ¿cuántas veces puede sentarse un perro a lo largo de un paseo de 15 minutos? ¿No es mejor enseñar muchas cosas antes que a sentarse un perro como puede ser, por ejemplo, a tener un mínimo de autocontrol o saberse relacionar con otros perros?

Cada uno puede decidir qué hacer y dónde acudir, con quién dejar su dinero y su tiempo pero debemos de comprender que un perro es un ser vivo, con emociones y que piensa, y que sentar a un perro para todo no es más que tener una máquina en la que no se tiene en cuenta ni lo que el perro siente ni lo que necesita, ni es un perro educado, ni es la vía de solucionar los problemas, ni será un cachorro preparado para gestionar todo lo que va a experimentar en la sociedad actual.

Nos vemos en el siguiente artículo. 


Jonathan Andrés Arredondo,
Educador canino en “ECHALE UNA PATA”. León

"El adiestramiento en positivo, no solo es premiar, es respetar"






PERROS DEL DIABLO




Seguro que solo con el título a algunos lectores les ha venido a la cabeza la imagen de un perro de tamaño pequeño. Todo el mundo conoce la mala fama de estos perros, sean de raza o mestizo, donde su comportamiento suele ser, por norma general, mucho más inestable que en otros perros: ladran en exceso, se muestran más reactivos, más asustadizos, poco sociables con otros perros, con personas.… y un sinfín de características menos frecuentes de ver en perros medianos o grandes.. Algunas personas tendrán, de hecho, como recuerdo de la infancia que un perro pequeño les marcó o les mordió.

En algún artículo se habla de que algunas de estas características en los perros pequeños proceden de la selección genética que se ha llevado a lo largo de la historia por parte del hombre, como perros que avisaban de posibles amenazas. No dudo que haya una parte de razón en ello, pero el gran peso de estos comportamientos, actualmente, responden al tipo de convivencia que se ha establecido en torno a ellos. Solo se debe de observar cómo tratan las personas a estas perros para ver que viven en un continuo estado de alerta:

  • Perros que se les arrastra ante cualquier parada que hagan para oler.
  • Perros a los que no se les deja acercarse a ningún perro que supere su altura.
  • Perros cogidos en brazos a los que se les inundan sistemáticamente a estímulos.
  • Perros a los que se les está continuamente corrigiendo y zarandeando.
  • Perros YoYo (esos perros que dan un paso en suelo y tres en el aire).
  • Perros a los que se les da un “cachete” al mínimo ladrido que emiten.
  • Perros que en ningún momento se les deja sueltos a lo largo del día.
  • Perros que salen, como máximo, una sola vez al día de paseo.
  • Perros a los que se les trata como un maniquí en lugar de como un perro.
  • Perros que su paseo consiste en ir en brazos, no vaya a ser que se ensucie. 



Todo ello hace que la convivencia sea un coctel lleno de hostilidad en la que el perro está continuamente en alerta, haciendo que no se atiendan sus necesidades básicas. No es difícil evaluar que la calidad de vida de un perro cualquiera que veamos por las calles no pueda mejorar (la premisa es que todo es mejorable) pero el tamaño influye en que algunas de esas conductas realizadas por las personas no se puedan ejecutar en perros de mayor tamaño.  Cuando se empiecen a tratar a los perros como lo que son, sin distinguir por su tamaño, seguramente muchos sean capaces de vivir siendo comprendidos y, por lo tanto, felices. 

Nos vemos en el siguiente artículo. 


Jonathan Andrés Arredondo,
Educador canino en “ECHALE UNA PATA”. León

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LARGAR UN PERRO



Parecía una consulta habitual aunque por un medio inusual para este tipo de consultas, vía whatsapp, hasta que sus palabras hacían pensar que no buscaba ayuda. Su perro sería sacrificado, según afirma ella, por recomendación veterinaria. Esto nos hizo suponer que se trataba de un caso de agresividad hacia personas pero qué sorpresa deparó la conversación. Su delito ha sido solamente gruñir, gruñir a las personas con las que convive y gruñir a su nieto, de tan solo 1 año de edad. Nunca ha mordido ni ha lanzado la boca, solo ha gruñido y se le ha erizado la base de la cola. Y es que han visto mucho un programa de la televisión y eso, cuenta ese señor que sale en la pantalla, debe de ser corregido y no saben cómo “dominar” a su perro. Y es que esta conversación particular parece que es algo común por lo que comentan algunos profesionales que les sucede a ellos también. Por lo tanto hay algunos puntos a considerar:

  1. Ese perro no necesita ser dominado, necesita ser comprendido.
  2. Gruñir no es agresividad, es una forma de comunicarse, de intentar que cese la hostilidad de su entorno y de su familia hacia él.
  3. Si tanto preocupa la seguridad de un niño, hay que comenzar por que ese perro se sienta seguro y así se puede conseguir que un niño esté seguro.
  4. Ese perro no quiere atacar, si quisiera hacerlo, un niño de un año no sería muy difícil de ser atacado, independientemente de su raza.
  5. Haber acudido antes a un adiestrador, si es que tan siquiera lo era, en una finca privada, sin reunir las condiciones para ser un centro canino, no es una forma de solucionar el problema, ya que el problema está en tu casa, no en una finca.
  6. Esta persona tuvo otro perro de raza similar que también acabo siendo agresivo. Se puede empezar a pensar que si cada perro que cae en esa familia acaba siendo “agresivo”, el problema estará en dichas personas y no en los perros, aunque hubiese sido un bichón maltés.

Se le ofreció nuestra ayuda pero sus palabras solo servían como un muro de rechazo. Su consulta solo tenía como objetivo largar al perro, sacarlo de su casa porque no lo quiere. Dice que busca un hogar para él, pero le importa poco, seguro, donde vaya ni cual sea su futuro. Y es que este caso nos ha recordado a otro que estamos haciendo actualmente, donde un perro de la misma raza si que mordía , aunque podía aún hacerlo más fuerte y contundente, y desde que está con nosotros ha dejado de morder sin necesidad de usar un bozal para evitarlo y sin sacarlo de su entorno habitual; pero no es magia, es solamente una familia que se comprometió y que decidió cambiar el modo de relacionarse con dicho perro. Que lástima que esta persona no tenga ni la intención de gastar saliva en una llamada, sino que escribe un puñado de frases en el móvil para intentar solucionar su problema, no el problema del perro.

Estamos encantados de poder ayudar a las familias a convivir y restablecer dicha convivencia entre humanos y perros pero no somos un canal de largar perros porque esto no es una adopción es una patada a un ser vivo sintiente. Y sabemos que lo de sacrificarlo no sucederá, que es una estrategia para acelerar un proceso y encontrar alguien que caiga en tu “trampa” porque la conversación se cierra con “si te enteras de alguien que lo quiera, avísame”.

Solo esperamos que el tiempo haga justicia sobre esa persona y cuando sea mayor y empiece a gruñir, sus hijos y nietos, la larguen de casa porque no se sienten seguros. Cada día me avergüenzo más de como son algunos humanos, esos con los que comparto la especie, y cada día me dan más lástima los perros, esos que viven en un infierno, porque no todos los infiernos están llenos de palizas, hay infiernos donde la hostilidad psicológica es insoportable.

Este post no tiene como fin avergonzar a esa persona sino expresar la emoción de rabia que da ser testigos de este tipo de circunstancias y de paso, si alguien está en una situación similar o peor, que busque ayuda, pero ayuda real porque no todos los adiestradores o educadores tienen la formación necesaria para estos casos, que los busquen porque si que los encontrarán.

 Nos vemos en el siguiente artículo.


Jonathan Andrés Arredondo,
Educador canino en “ECHALE UNA PATA”. León

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ESO DEL ADIESTRAMIENTO… NO FUNCIONA



En una de nuestras últimas sesiones, una persona nos comentaba que un compañero de su trabajo estaba empleando un collar de descargas para que su perro acudiese a la llamada. Esta persona le comentó que estaba con nosotros y que los cambios en el perro eran significativos, a lo que respondió su compañero que había acudido con anterioridad a un adiestrador y no le había servido de nada, a diferencia del collar de descargas si que le servía, lo que le llevó a sentenciar con la frase “eso del adiestramiento no funciona, no creo en ese tipo de cosas”. 

En primer lugar, estamos en contra de los sistemas de castigo, como ya hemos repetido en infinidad de ocasiones, ya que no solucionan ningún problema, a lo máximo inhibe al perro, con todas las consecuencias que conlleva. En segundo lugar, nos llevó a una reflexión sobre esa frase. Para poder comprender mejor, pondremos un ejemplo con otra profesión, los médicos.  Si una persona enferma y acude a un médico, existe la posibilidad de que el resultado no sea el esperado, o bien porque el diagnóstico no sea correcto o el tratamiento no sea el adecuado. ¿Y qué hacemos en ese caso? ¿Nos lanzamos a los curanderos o sanadores?¿O buscamos otro profesional que sea mejor que el anterior? Nadie piensa que la medicina moderna sea inútil o una perdida de dinero y tiempo. Existen médicos brillantes, buenos profesionales que realizan bien su trabajo aunque no destaquen y, luego, están los mediocres. A nadie le debe de ofender que en todas las profesiones haya personas mediocres que no cumplen un mínimo de calidad, por baja motivación, formación, etc. ¿No va a existir ese tipo de personas en el mundo canino?

Dentro de una intervención, existe un diagnóstico donde evaluar al perro y los problemas que han llevado a las personas a ponerse en contacto con nosotros. En ese primer contacto, nos podemos encontrar con personas que presentan poca implicación, que no están dispuestas a cambiar nada en su manera de interacción con el perro o en su entorno y que, por lo tanto, la intervención no podría llegar a completarse con éxito. Seguro que el sujeto del que hablamos partía de una actitud inicial similar, con baja o nula implicación, el “hágamelo usted que yo no tengo tiempo y para eso le pago”, que buscó la opción más económica en lugar de la mejor opción porque para lo que iba a servir…y llegó a alguien mediocre como él, uno como cliente y otro como profesional, si tan siquiera esa era su profesión y no su hobby.

El mayor afectado será el perro, ese perro que vive atemorizado al frío tacto de los electrodos sobre su cuello. La persona y el adiestrador, no estuvieron nunca a la altura de la ayuda que necesitaba ese perro y, sobre todo, su guía nunca tuvo la intención real de solucionarlo, ya que conocemos personas que han acudido a un primer adiestrador o centro y han llegado a buscar alternativas, cuando no se solucionaban, hasta fuera de su provincia, sin dejar de tener la esperanza que alguien les ayudaría.

Nos vemos en el siguiente artículo.


Jonathan Andrés Arredondo,
Educador canino en “ECHALE UNA PATA”. León

"El adiestramiento en positivo, no solo es premiar, es respetar" 




LA OBEDIENCIA




La obediencia la podríamos definir como el conjunto de ordenes que un guía exige a un perro y éste las realiza, como puede ser caminar en junto, mantenerse tumbado durante un tiempo limitado, acudir a la llamada… La obediencia bien estructurada puede ser divertida y útil para perros equilibrados, convirtiéndose en un juego entre el perro y su guía. ¿Y en perros con comportamientos inadecuados puede ser la herramienta que haga desaparecer todos sus problemas?

Hace unas semanas nos encontramos con un perro que lleva varios años acudiendo a una escuela para resolver sus problemas con otros perros y la persona que acompañaba al perro no vio que se acercaba un perro desconocido por detrás de ellos, por lo que no pudo hacer que su perro entrará en un “modo de trabajo” que le aislara del perro que llegaba. El perro con problemas realiza un pequeño saludo tenso, e inmediatamente, comienza un zarandeo entre ambos perros. Interviene su guía, le pide un sentado y se acabó la discusión. ¿La obediencia ha sido eficaz? Sin ninguna duda no, porque el comportamiento inadecuado se para pero no se soluciona salvo que intervenga el guía. Jamás se le ha planteado a esa persona la causa por la que su perro tiene problemas con otros perros ya que en la escuela no será el mejor lugar para evaluar el problema en su totalidad.

Existen numerosas escuelas, independientemente de su metodología, que plantean resolver todos los problemas que tiene un perro con pura obediencia. Pero tal y como se demuestra en el caso anteriormente explicado, esta obediencia resulta inútil porque no es más que un parche que camufla el problema y obliga al guía a estar siempre “en guardia”.

Resulta más aprovechable y dará mejores resultados resolver los problemas de un perro en su origen, dejando la obediencia en un segundo plano o, incluso, más lejano. Enseñar los protocolos sociales, averiguar porqué tiene bajos niveles de seguridad o problemas en relacionarse con cualquier perro, fomentar que el motor que haga funcionar la llamada no sea la obediencia sino el vínculo, construir un paseo donde cubrir todas las necesidades del perro sin tener que desfilar militarmente con él, enseñar a resolver problemas al perro como sería lo habitual en estado natural… Si se analiza que un día cualquiera un perro debe de pasear al menos 45 minutos, la obediencia nunca sería más de 5 minutos, por lo que nos quedan muchas horas que compartir con ellos, y si comenzamos a preocuparnos sobre qué necesita un perro y de por qué suceden los problemas, podremos disfrutar de una vida de calidad junto a nuestro compañero canino.

Nos vemos en el siguiente artículo. 


Jonathan Andrés Arredondo,
Educador canino en “ECHALE UNA PATA”. León

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SOMBRAS DE PERROS





¿Existe la verdad absoluta en el mundo del perro? ¿Alguien puede considerar que sabe todo sobre perros? En numerosas páginas e intervenciones en las redes sociales podemos leer la sentencia: “eso del adiestramiento en positivo es una moda que con el tiempo desaparecerá y se volverá a modelos anteriores”. La sociedad y la ciencia no dejan de evolucionar, no existe la involución en ninguna rama de la ciencia, entonces ¿por qué iba a ser diferente para el estudio del comportamiento canino? Ante cualquier progreso habrá detractores, personas que se sienten seguras en su zona de confort sobre el conocimiento, sintiéndose amenazados ante la duda de qué aquello en lo que creen o que practican sea falso.

Todos habrán oído alguna vez la  “Alegoría de la caverna” de Platón, que establece el punto en el que se encuentra el conocimiento humano respecto la verdad absoluta. ¿Y qué relación tiene esto con el mundo del perro?

Si consideramos los primeros estudios sobre el perro para aprovechar sus capacidades, viajaremos a los inicios del siglo XX. Este punto de inicio sería el mundo de oscuridad donde poco se sabía sobre el comportamiento de los perros y su aprendizaje en tareas tan específicas, por lo que se comenzó a investigar su comportamiento.

Hacia finales de siglo, entraríamos en el punto que se establecieron las famosas teorías de dominancia y sumisión, una situación que arrojaba algo de luz pero en el que se seguían viendo sombras. ¿Si el perro buscaba un lugar de jerarquía sobre las familias humanas, como pudieron convivir con nosotros tantos miles de años? Se seguía viendo una sombra distorsionada sobre el perro que más se asemejaba a un monstruo que planeaba sobre nuestra propia existencia que como un amigo cooperativo.

Ya comenzado este siglo, comienza a extenderse la idea de que el perro posee una jerarquía con los miembros de su especie, pero sin el empleo de violencia intraespecífica. Por otro lado, se ha demostrado la naturaleza cooperativa entre el perro y el hombre, pudiendo realizar cualquier aprendizaje sin el empleo de ningún tipo de sistema aversivo. Esta figura empieza a dibujarnos la silueta del perro pero, seguramente, seguimos lejos de la verdad. Estamos en la entrada de la cueva, donde comenzamos a entender la naturaleza del perro.


Las últimas corrientes de estudio se centran en las motivaciones del aprendizaje, tanto intrínsecas como extrínsecas  y cómo influyen las emociones en el propio aprendizaje. Todo esto servirá para poder aprovechar al máximo las grandes capacidades que tienen, en beneficio del ser humano y del bienestar del propio perro.

Las últimas décadas se ha investigado mucho sobre los perros pero el camino no ha llegado a su fin, a esa verdad absoluta. Por lo tanto, cualquier profesional que trabaje en el sector debería ser autocrítico con los métodos, con las herramientas y buscar una evolución para que, en conjunto, lleguemos a estar más cerca de conocer a fondo a los perros. Habrá gente que siga viviendo en la sombra y nunca salga de ahí, y habrá gente que estando en la sombra descubra el camino de la luz y seguro que sentirá remordimientos de cómo trató a ciertos perros pero avanzará para que los que vengan después puedan ser ayudados de un modo más eficaz y más respetuoso.

Nos vemos en el siguiente artículo. 


Jonathan Andrés Arredondo,
Educador canino en “ECHALE UNA PATA”. León

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PROGRAMAS DE CACHORROS



La etapa de cachorros abarca desde su nacimiento hasta la entrada en la adolescencia que es visible con el primer celo en las hembras y la bajada de los testículos en el caso de los machos. Una duda que surge a muchas personas cuando llega un cachorro a casa es cuándo es el momento ideal de comenzar con un programa de educación específico de cachorros o un programa de adiestramiento. Lo primero que se debe de conocer es la diferencia entre educar y adiestrar, como se explicó en el siguiente artículo:


Sabiendo la diferencia, las personas pueden recibir informaciones, profesionales y de particulares, contradictorias entre sí que hablan de comenzar nada más llegar y otros que indican que no se debe de comenzar antes de los 6 meses. Cuando se trabaja en un sistema basado en castigos, se espera hasta esos 6 meses para que el cuerpo del perro (sobre todo el cuello) esté preparado para soportar la intensidad de la aplicación de dichos castigos. Sin embargo, en los métodos respetuosos, aquellos en los que no se hace uso, bajo ningún concepto, del castigo positivo, se puede comenzar en cualquier momento sin que haya una edad mínima, habiendo, incluso, criadores que comienzan programas de educación antes de la separación de la camada con 8 ó 9 semanas.

Tenemos que entender que con la propia llegada del cachorro a su casa definitiva, la familia comienza a poner límites a la convivencia y en esta etapa existe infinidad de aspectos que “trabajar” como son los hábitos higiénicos, las pautas exploratorias, la intensidad de la mordida, los paseos y todo lo que conlleva… Llegado este punto, alguien puede pensar que mientras el cachorro no salga a la calle, no es necesario pero ¿cuántas horas pasa un perro en casa? Más de un 80% se desarrolla en casa y hay muchas rutinas que crear para que la convivencia en armonía dentro de la familia. Si además tenemos en cuenta que las habituaciones al exterior deben de ser progresivas, se puede comenzar antes de los 3 meses como recomiendan muchos profesionales veterinarios con una formación actual, tomando una serie de precauciones fundamentales para evitar enfermedades contagiosas graves.


Por lo tanto, ¿es necesario contratar los servicios de un profesional ante la llegada de un cachorro? No estrictamente pero es aconsejable para poder entender los procesos de aprendizaje naturales de un cachorro atendiendo tanto a su desarrollo físico como a su desarrollo emocional. Cuando el cachorro llega a casa es un molde intacto en el que el paso de los días y las normas que se implanten y cómo se haga darán forma a ese molde.

Nos vemos en el siguiente artículo. 


Jonathan Andrés Arredondo,
Educador canino en “ECHALE UNA PATA”. León

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