DISCIPLINA. LA CURA A TODOS LOS MALES CANINOS

Seguro que en alguna ocasión habéis oído el consejo “tu perro lo que necesita es disciplina” como herramienta de solución a infinidad de problemas de comportamiento. Da igual que el problema sea que el perro no acuda a la llamada, que destroce cosas en casa cuando se queda solo, que muestre comportamientos agresivos hacia perros o hacia personas desconocidas… pero ¿cómo puede la disciplina ayudar a un perro en la superación o resolución de sus problemas?

Lo primero que debemos de hacer es definir la disciplina, cuando nos referimos a perros. El concepto de disciplina se suele asociar a la terminología militar, donde alguien da una orden y otro la ejecuta sin pensar, sin cuestionarla, tal y como nos define la R.A.E.:




Por lo tanto, como vemos en las definiciones, se habla de imponer y cuando hablamos de perros, se debe de asumir que para imponer, que difiere de enseñar, hace falta métodos no amables hacia el perro, lo que podría acabar definiendo la disciplina como una modalidad de hostigamiento por parte de la persona hacia el perro. 




Pero si nos fijamos en músicos, científicos o deportistas ¿no existe una disciplina dentro de su preparación o rutina diaria? La principal diferencia respecto de la anterior definición es que nadie impone dicha disciplina, es el propio sujeto el que se exige a si mismo dicha disciplina. Existen dos factores muy claros dentro de este tipo de disciplina: el sentimiento de autorrealización y la motivación intrínseca en realizar dicha actividad. Esto si se puede encontrar en un perro, que independientemente de lo que suceda en su entorno, puede realizar una actividad o conducta anteponiéndolo a cualquier otra actividad social o de la que el perro obtenga algo, ya que es mayor la motivación y el sentimiento de autorrealización que el refuerzo que obtiene de dicha distracción. Esto se puede comprobar desde una simple llamada rodeado de estímulos que puedan llamar su atención, pasando por deportes caninos y acabando en perros de trabajos específicos.

Otro aspecto que suele incurrir en este tipo de familias en las que se pretende imponer la disciplina es que las propias personas no son disciplinadas, anteponiendo intereses personales a obligaciones hacia el propio perro como su rutina de paseos, por ejemplo.

En conclusión, la disciplina no se enseña ni se impone a un perro y, por ello, no puede ser jamás una herramienta de modificación de conductas. La disciplina surge de conocer a tu propio perro, su escala de valores en los refuerzos que le motivan, tener un buen vinculo entre el perro y el humano y ser consciente de qué actividades le satisfacen.

Nos vemos en el siguiente artículo.


Jonathan Andrés Arredondo,
Educador canino en “ECHALE UNA PATA”. León

"El adiestramiento en positivo, no solo es premiar, es respetar"